
Variedad y delicadeza
Mucho más que experiencias únicas, la chef Niki Nakayama basa su técnica de cocina en una tradicional cena japonesa de varios platos personalizados, para cada uno de sus comensales. Este procedimiento japonés personalizado se llama Kaiseki, comenzó en el siglo XVI como menú de comida vegetariana austera y de excelente presentación visual, que acompañaba a las ceremonias del té en los monasterios.
La famosa chef norteamericana, nacida en California y de padres japoneses, comenzó su carrera en el prestigioso restaurante Takao, en Brentwood, un espacio gastronómico comprometido con la exploración de nuevas técnicas. Cuando era aprendiz, Niki se fue de gira a Japón, donde degustó suficientes sabores regionales tradicionales y vanguardistas que influyeron para crear, ahora, su propio estilo. En el mismo país, comenzó a practicar con Masa Sato, chef pionero del arte Kaiseki, donde aprendió a enfatizar el equilibrio y la importancia de la estacionalidad en un plato.
El primero de sus grandes emprendimientos fue Azami, un restaurante de sushis que rápidamente se hizo famoso por todo el personal femenino que lo manejaba y por el popular menú de Omakase Niki, el cual ganó la distinción de ¨Best of Sushi¨ en Citysearch para el 2006. Inaka, su segunda empresa ambiciosa, funcionó como comida gourmet japonesa, con una íntima mesa de ocho platos a elección para cada noche. Ahora, su solicitado restaurant ¨N/Naka¨ en Los Ángeles, California, tiene tan solo cuatro reservas libres para todo el 2018, así de esperados son sus platos.
Sus exquisitos platos oscilan entre $us 100 los elaborados con vegetales de su huerto, y alrededor de $us 600 los platos Kaiseki y los mariscos.
Nakayama incluye al menú japonés, ingredientes de temporada y múltiples estilos de preparación que muestran la evolución y preparación de los ingredientes elegidos y terminados, siempre escogidos de su propio huerto orgánico y su jardín colorido. Empieza por un plato crudo, seguido de un plato a la parrilla, luego un plato estofado o al vapor, luego un plato frito y así sucesivamente.
El procedimiento de su trabajo es hacerle un minucioso seguimiento a su comensal para que, cuando vuelva a degustar sus platos, nunca tengan la misma comida dos veces. La mayoría de sus huéspedes regresan después de dos semanas a seis meses y nunca se vuelven a encontrar con el mismo plato: todo un gran desafío.